Lo conocí allá por 1998, discutiendo con Lolo Pardo a las puertas del juzgado de Mieres, cuando comencé a trabajar en esto de la fotografía.
Creo que era el juicio a Erik el Belga, para mí una historia nueva en todos los sentidos, llena de personajes y aventuras, digno del guión de una película de esas que cuentan la vida de la Cuenca Minera repleta de calamidades en clave de humor.
Nachín, como la mayoría lo llamaba, era un tío gruñón pero con gran sentido del humor. Antiguo minero de Potasas de Navarra, fotoperiodista de la también desaparecida cabecera La Voz de Asturias y músico por vocación. Sí, músico, porque cuando dejaba de gruñir y se soltaba, siempre me contaba que tenía mucha amistad con Aurora Beltrán y había tocado alguna vez la batería con Tahúres Zurdos, en sus orígenes, alguna que otra vez. Siempre extraoficialmente fuera del grupo, claro.
Nos partíamos de risa mil vece con nuestras desgracias, como sólo sabía hacerlo el, en conversaciones que serán un secreto para siempre, demostrando que tenía una gran personalidad y era un paisano como dicen por aquí.
Nunca olvidaré tus confidencias, fuiste el primero, y casi el único, que me advirtió que mis sospechas eran realidad sin ni siquiera saber qué pasaba por mi cabeza. Gracias.
Me tocó recoger tu testigo y seguir con las fotos de La Voz de Asturias tras tu ansiada jubilación, y te puedo decir que ahora sí que descansarás
Nachín, ya no podrás decir esas palabrotas a esa persona que te llamaba por teléfono a horas indecentes (o a cualquier hora) exigiendo fotos absurdas, porque te estás partiendo de risa, tocando la batería o sabe Dios qué.
© marcos vega / 2003